domingo, 30 de enero de 2011

Versos libres

José Martí

Hierro

Ganado tengo el pan: hágase el verso,-

Y en su comercio dulce se ejercite

La mano, que cual prófugo perdido

Entre oscuras malezas, o quien lleva

A rastra enorme peso, andaba ha poco

Sumas hilando y revolviendo cifras.

Bardo ¿consejo quieres? Pues descuelga

de la pálida espalda ensangrentada

El arpa dívea, acalla los sollozos

Que a tu garganta como mar en furia

Se agolparán, y en la madera rica

Taja plumillas de escritorio y echa

Las cuerdas rotas al movible viento.

¡ Oh alma!, ¡oh, alma buena! ¡mal oficio

Tienes!: ¡póstrate, calla, cede, lame

Manos de potentado, ensalza, excusa

Defectos, tenlos –que es mejor manera

De excusarlos, y mansa y temerosa

Vicios celebra, encumbra vanidades:

Verás entonces, alma, cuál se trueca

En plato de oro rico tu desnudo

Plato de pobre!

Pero guarda ¡oh alma!

¡Que usan los hombres hoy oro empañado!

Ni de esos cures, que fabrican de oro

Sus joyas el bribón y el barbilindo:

Las armas no, -las armas son de hierro!

Mi mal es rudo: la ciudad lo encona:

Lo alivia el campo inmenso: ¡otro más vasto

Lo aliviará mejor! –Y las oscuras

Tardes me atraen, cual si mi patria fuera

La dilatada sombra.

Era yo niño-

Y con filial amor miraba al cielo,

¡Cuán pobre a mi avaricia el descuidado

Cariño del hogar! ¡Cuán tristemente

Bañado el rostro ansioso en llanto largo

Con mis ávidos ojos perseguía

La madre austera, el padre pensativo

Sin que jamás los labios ardorosos

Del corazón voraz la sed saciasen.

¡ Oh verso amigo,

Muero de soledad, de amor me muero!

No de vulgar amor; estos amores

Envenenan y ofuscan: no es hermosa

La fruta en la mujer, sino la estrella

La tierra ha de ser luz, y todo vivo

Debe en torno de sí dar lumbre de astro.

¡ oh, estas damas de muestra ¡ ¡oh, estas copas

de carne! ¡oh, estas siervas, ante el dueño

que las ennjoya y que las nutre echadas!

¡ te digo, oh verso, que los dientes duelen

de comer de esta carne!

Es de inefable

Amor del que yo muero, -del muy dulce

Menester de llevar, como se lleva

Un niño tierno en las cuidadosas manos,

Cuanto de bello y triste ven mis ojos.

Del sueño, que las fuerzas no repara

Sino de los dichosos, y a los tristes

El duro humor y la fatiga aumenta,

Salto, al Sol, como un ebrio. Con las manos

Mi frente oprimo, y de los turbios ojos

Brota raudal de lágrimas. ¡ Y miro

El Sol tan bello y mi desierta alcoba,

Y mi virtud inútil, y las fuerzas

Que cual tropel famélico de hirsutas

Fieras saltan de mí buscando empleo;

Y el aire hueco palpo, y en el muro

Frío y desnudo el cuerpo vacilante

Apoyo, y en el cráneo estremecido

En agonía flota el pensamiento,

Cual leño de bajel despedazado

Que el mar en furia a playa ardiente arroja!

¡ Y echo a andar, como un muerto que camina,

Loco de amor, de soledad, de espanto!

¡Amar, agobia! ¡es tósigo el exceso

de amor! Y la prestada casa oscila

Cual barco en tempestad: en el destierro

Naúfrago es todo hombre, y toda casa

Inseguro bajel, al mar vendido!

¡Sólo las flores del paterno prado

Tienen olor! ¡Sólo las seibas patrias

Del sol amparan! Como en vaga nube

Por suelo extraño se anda; las miradas

Injurias nos parecen, y el sol mismo,

¡Más que en grato calor, enciende en ira!

¡No de voces queridas puebla el eco

los aires de otras tierras: y no vuelan

del arbolar espeso entre las ramas

los pálidos espíritus amados!

De carne viva y profanadas frutas

Viven los hombres, -¡ay! mas el proscripto

¡ De sus entrañas propias se alimenta!

¡ Tiranos: desterrad a los que ancalzan

el honor de vuestro odio: ya son muertos!

Valiera más ¡ oh barbaros! que al punto

De arrebatarlos al hogar, hundiera

En lo más hondo de su pecho honrado

Vuestro esbirro más cruel su hoja más dura!

Grato es morir, horrible, vivir muerto.

Mas no! mas no! La dicha es una prenda

De compasión de la fortuna al triste

Que no sabe domarla: a sus mejores

Hijos desgracias da naturaleza:

Fecunda el hierro al llano, el golpe al hierro!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario